Por Juan Chirveches
En los poemas – cuadros sobre cuya tela se dibujan
emociones y pasiones, y sentimientos, y más cosas, con el pincel de las rítmicas
palabras - cabe todo, cualquier asunto: el amor, el desamor y la nostalgia; la
guerra, la paz, los huracanes; el odio, el suave erotismo, los zapatos; Dios,
los dioses, los adioses; los chicles, los suburbios, las montañas; la
pornografía, los despertadores, la vecina, los pindáricos atletas…
Todo cabe en los poemas: la extremada y
crujiente mística de los martirios; las agonías, como flores con las que ornar
los barbechos de la muerte. El paisaje. La libertad. Cabe sajar la piel de la
ciudad, y ver y oler y recorrer y remover sus entrañas de cañería; sus tripas
de cables; sus ratas vestidas de gafas y corrupción.
Cabe el otoño. Y cabe la primavera, toda
rebosada y llena, y alumbrada, de semáforos vegetales y de aires amarillos. Y
caben los taxis que llevan a cenicientas de plástico y piercings a los profanos
templos del amor, donde bailan y se restriegan, y son poseídas por luces
acalambradas.
Todo cabe, cabe todo.
En la poesía cabe todo: Todo, menos la
prosa.
J.Ch.
Publicada como artículo en Ideal.
Granada, 15 de Enero - 2007.
Publicada como Prefacio del
libro El abrir de abril.